lunes, 24 de mayo de 2010

La mano de DIOS o la mano del hombre??

por Carlos Rey



Se crió en la pobreza, pero eso no impidió que comenzara a jugar fútbol a los nueve años en un equipo infantil. Cumplidos apenas diez años, el diario Clarín ya lo había descubierto, describiéndolo como «un pibe con porte y clase de crack». No había cumplido siquiera los dieciséis cuando debutó en la Primera División del Fútbol Argentino, con el equipo Argentinos Juniors, vistiendo la camiseta número 16. Sobre lo que sintió esa tarde, diría posteriormente: «Ese día toqué el cielo con las manos.»1
A los dieciséis años, Diego Armando Maradona ya había sido convocado por la selección argentina. No fue convocado para jugar el Mundial Argentina 1978, pero el año siguiente, después de ganar el Mundial Juvenil de Japón, fue elegido como el Mejor Jugador Suramericano del año.
En el mundial de fútbol México 1986, Maradona no sólo figuró sino que sobresalió como capitán de su conjunto albiceleste, que se coronó campeón. Los cinco goles que marcó, fruto de su genial manejo de la pelota, lo consagraron como el Mejor Jugador del Torneo. Dos de sus goles más famosos se los anotó a Inglaterra en el legendario Estadio Azteca en los cuartos de final. El primero de ellos pasó a la historia como «la mano de Dios», debido a que Maradona mismo lo atribuyó a la intervención divina. Las repeticiones en video demostraron lo que el árbrito evidentemente no había podido ver: que el gol había sido obra de la mano de Maradona y no de la de Dios.
El segundo gol lo marcó el astro argentino sólo tres minutos después de que se le acreditara el primero. Tomó el balón cerca del centro del campo, giró como un trompo y, en un fabuloso recorrido del campo contrario, comenzó a burlar a defensas ingleses a diestra y a siniestra, a cinco en total, hasta que llegó al arquero, al que engañó en última instancia. ¡Con razón en el año 2002 los fanáticos del fútbol alrededor del mundo lo eligieron Gol del Siglo, el más brillante en la historia de los Mundiales!
Lo curioso del caso es que el primero de esos dos goles tiene tanta fama como el segundo, sólo que la fama del primero no es buena sino mala. «A todos los argentinos quiero darles una primicia —dijo Maradona diecinueve años después del incidente de aquel primer gol—: yo quise hacer el gol con la mano a los ingleses.... Todos sabemos que había un recuerdo muy fresco.» Con eso se refería a la guerra de las Malvinas que Argentina había perdido contra Inglaterra cuatro años antes de ese Campeonato Mundial. De ahí que Maradona terminara por calificar a la mal llamada «mano de Dios» como una «picardía», como «algo que salió de adentro».2
¿A qué viene todo esto? A que más vale tarde que nunca que reconozcamos nuestras faltas en el campo de juego de la vida, pero que más vale aún que, antes de cada partido, le pidamos a Dios que nos quite el deseo de cometerlas. Pues lo único que conseguimos con desquitarnos de nuestros enemigos es una mal ganada victoria pasajera que, a la hora de la verdad, realmente no satisface, y que impedirá que algún día lleguemos a tocar el cielo con las manos... o con los pies.
________________________________________
1 Wikipedia, s.v. «Diego Armando Maradona» En línea 12 enero 2006.
2 «Narra Maradona la “Mano de Dios”», EsMas: Televisa Deportes (Fuente: Agencia AP) En línea 12 enero 2006.

miércoles, 19 de mayo de 2010

Poner en Circulación

Como aquel que os llamó es santo,
sed también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir.

1 Pedro 1:15.


Poner en Circulación
para ESCUCHAR ...haga clic aquí...

Durante el protectorado de O. Cromwell, al gobierno inglés le faltó plata para acuñar monedas. El «Lord Protector» envió a sus hombres para que investigaran los edificios de Londres, en especial la catedral. Éstos volvieron decepcionados y presentaron su informe: –La única plata que pudimos hallar es aquella con la que están hechas las estatuas de los santos. –Perfecto, repuso Cromwell. Fundamos a los santos y pongámoslos en circulación.

Este dicho histórico nos hace pensar en lo que debe ser el cristianismo auténtico. La Escritura llama santos a todos los que han puesto su confianza en Jesús y en su obra redentora. Todos los creyentes llevan este título y no deberían contentarse con pensar en ello sólo los domingos. El Señor reclama santos que circulen en la gran corriente de la humanidad, que es allí donde los creyentes conviven con los incrédulos. Él necesita a santos los lunes, los martes y el resto de la semana, santos en la universidad, en el negocio, en el taller, en el hogar lleno de niños o quizás en un lecho de hospital.

Pero no olvidemos que, generalmente, una moneda lleva la marca de quien la emitió. Aceptar ser «fundido» es la condición para ser puesto en circulación. Quizás en este procedimiento perdamos la hermosa imagen que deseamos dar de nosotros mismos, pero de este modo tendremos el privilegio de reflejar la de nuestro Señor.


Más Devocionales!